sábado, 14 de enero de 2012

El árbol de los amigos.


Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices 
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. 
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, 
mas otras apenas vemos entre un paso y otro. 
A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. 

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. 
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, 
que nos muestra lo que es la vida. 
Después vienen los amigos hermanos, 
con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien. 

Mas el destino nos presenta a otros amigos, 
los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. 
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. 
Son sinceros, son verdaderos. 
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. 

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón 
y entonces es llamado un amigo enamorado. 
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies. 
Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, 
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. 
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, 
durante el tiempo que estamos cerca. 

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, 
aquellos que están en la punta de las ramas 
y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra. 
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, 
algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. 
Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, 
alimentando nuestra raíz con alegría. 
Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. 

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. 
Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. 
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. 

Habrá los que se llevarán mucho, 
pero no habrán de los que no nos dejarán nada. 
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida 
y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Perdón.

Quiero pedirte perdon 
por esta decepción 
de no poder amarte 
con todo mi corazón 
no puedo creer 
que aquel amor 
que me quisiste dar 
acabara con nuestra amistad 
de esa manera tan brutal 
Llegaste a mi pensamiento 
y un poco más que eso 
pero nunca tocaste 
adentro de mi pecho... 
Me duele decir 
que me quisiste 
pues desgraciadamente 
yo nunca lo hice... 
pero en mi recuerdo 
siempre serás 
aquella persona 
que me dio su amistad 
pero desgraciadamente 
trato de llegar a más.

Si tu me olvidas.

QUIERO que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
PABLO NERUDA.